Había comprado como cincuenta bolígrafos nuevos para recuerdos nuevos, había apostado como nunca, aún teniéndolo todo. Dejé lo que siempre había buscado por seguir buscando, cuando juré que ya lo había encontrado. Cambié de carril y me metí en dirección contraria, sin darme cuenta de que iba contra una pared, de esas en las que me apoyo en el baño cuando me fallan las piernas y me convierto en odio y en cataratas.
Pienso seguir el resto de mis días (hasta des-encontrarte de nuevo) vacilando entre la gente. Seguir coleccionando motivos y encaje para colores distintos, siempre nuevos. Pintaré estos labios de rojo, y tu nombre en mi frente, para que nadie pueda verlo. No voy a dejar que acabe(i)s con la poca cordura que me queda, con las ganas de vivir que me renuevan cada mañana. Ya sabes dónde estoy, al final de la calle donde nos costaba despedirnos.
Pero el callejón se está tapiando, será un callejón sin salida. Y entonces, en cada despedida, tú no podrás volver al inicio.
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